miércoles, 24 de febrero de 2010
68. LA FRÁGIL CARALLUMA BURCHARDII
Caldera de Tinamala desde Gurugú
Empezamos el día dirigiéndonos al Malpaís de Mala, entre la Punta de la Pared y La Hondura, por allá de Guatiza. Está ventoso y en el horizonte se ven jirones de alisios subiendo desde Famara intentando ganarle al calor del amanecer la otra vertiente.
Malpaís pedregoso como todos, lavas troceadas y recubiertas de líquenes.
Entre casas residenciales con sus verdes jardines, paredes rústicas y portales hermoseados -castillos actuales en medio de un territorio de nadie- nos acercamos a varios fragmentos de territorio aún rústico.
Buscamos un endemismo para valorar un paisaje ya destrozado y reducido a su mínima expresión. Entre una pista aún sin asfaltar y una antigua línea de muros que resguardan terrenos de cultivo, localizamos una de las poblaciones a las que hace referencia Esperanza Beltrán en su libro. Dispersos, formando conglomerados de unas decenas de tallos, sin flores y con los frutos ya abiertos, observamos un grupo de ejemplares de Caralluma burchardii. Cerca de ellas, una pista, trazada a fuego de tractor de esteras sobre el malpaís, indica lo frágil del lugar. Convive con Chenoleas, tabaibas amargas en flor y fruto, con hojas agarradas al escaso sustrato. Lycium afrum esta aquí sencillamente escuálido. Al lado de una pared con una estructura de piedra seca adosada encontramos unos pocos fragmentos de cerámica, aborigen quizás. También recogí conchas de caracoles que recuerdan a Theba geminata. Poca vida animal a esta hora del día y en esta época del año. Nos acercamos a la pared de piedras levantadas que discurre por el malpaís. Egagrópilas de cernícalo, de alcaudón y de gaviotas o águila pescadora ( tienen muchos fragmentos de material marino, espinas de peces, etc.) se observan en muchos puntos.
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