domingo, 7 de febrero de 2010
34. ENCUENTRO CON PURPURARIA EN LOS RISCOS DE JANDIA.
Al final del día, cuando ya nos íbamos, llegó el regalo entomológico de Jandia.
La había estado llamando desde que bajé del coche por la mañana, mentalmente, lanzando mensajes telequinéticos a mí alrededor, repasando las ramas secas de los joraos, mirando los paredones llenos de líquenes, esperando ver saltar a uno de estos preciosos y cretácicos animales de Fuerteventura.
Y apareció.
Chema, médico homeópata y vecino, cuando se lo cuento, me lee algunos pasajes de Las relaciones del alma de Tomas Moore; confirma la existencia de una expansión de tu alma, de tus deseos, de una proyección holográfica que hace que encuentres lo que buscas, que sean reales las llamadas mentales, que se haga realidad el refrán de “quien busca, encuentra.”.
Iba buscando a Purpuraría . Y la encontré.
Es un saltamontes sin alas, enorme para como son estos insectos, endémico de Fuerteventura, con un origen genético ancestral vinculado a un grupo de especies que se extienden desde el Norte de África hasta Rusia.
Precioso, marrón, camuflado, con pequeñas antenas, saltó al paso de Stephan de unas ramas a una piedra y se escondió.
Su táctica defensiva es esconderse, camuflarse, irse al lado contrario del posible agresor,..
Sobre mi mano, jugué con él a intentar disimularse, retraerse, al sentirse quizás amenazado por este monstruo con gafas. Suavemente, lo volví a dejar en su mata de jorao.
Al despedirme, mi alma se comunicó con él a través de una amplia sonrisa de felicidad, con el inmenso placer de sentirme un ser vivo hermanado por unos instantes con su historia.
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