sábado, 7 de mayo de 2016

176. PAISAJE, TODOS ACTORES…O VICEVERSA.

 (Fuente: http://patrimoine-environnement.fr/)

De científicos ignorantes y pastores ilustrados. De párrocos sensibleros y urbanitas vehementes.  De prácticos poetas y agropecuarios soñadores. De inmigrantes permanentes y residentes estacionales.

En el paisaje cabemos y participamos  todos. Un mismo fenómeno admite cientos de interpretaciones y todas caben en el espacio y el tiempo de un paisaje que cambia.
Lo que se hizo ayer que hoy parece disparate... lo que se ejecuta hoy  y que mañana quizás lo entiendan como tal.

 El paisaje no requiere  de médicos. No es un paciente de hospital. Todos tenemos la función y el poder de curar el paisaje y de ser curados por él.
Para el paisaje, valen tanto los informes científicos más eruditos  como las emociones aparentemente más irracionales.
Un mismo hecho, un mismo lugar, una misma melodía, pueden interpretarse y escucharse de modos muy divergentes.
La prisa y el dogma no caben en el loci donde la evolutio lo transforma todo tarde o temprano.

Desde el insecto más amenazado hasta la hierba más invasora, desde el ser humano más vehemente al más contemporizador, tienen su principio y su fin en el tiempo del paisaje.

Para cada uno de nosotros, el paisaje es nuestro castillo, él es  el que guarda nuestra intimidad más externa.
Todos tenemos el mismo derecho para abrir y cerrar sus puertas y ventanas, para quitar o poner el tranco, para barrer o amontonar en cualquiera de sus esquinas nuestros conocimientos,  emociones, daños, alegrías…

Por eso no participo de dogmas.
Veo al campesino que domestica su tierra con la misma cordialidad que al senderista que evita pisar las hormigas y se maravilla de su existencia o al científico que se afana en descubrir y proteger sus secretos más guardados...

Todos participamos en el paisaje. Todos sembramos y recogemos. Todos tenemos derechos y deberes con él. Por eso nadie puede arrogarse competencias exclusivas en su gestión. Por eso hay que respetar y hacerse respetar.

Por eso, hoy más que nunca, debemos entre todos reconstruir, dignificar y hacernos valer  de aquellos órganos y entidades con capacidades de decisión sobre el paisaje que nos permitan a todos hablar y ser escuchados. Sin insultos pero también sin soberbias.
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