sábado, 27 de febrero de 2010

69. DESDE EL MIRADOR DE LA CRUZ DE MARÍA, ALTAVISTA-TAMADABA


Desde el mirador de la Cruz de María, Macizo de Tamadaba.
Sábado, 12 de junio de 2004, esperando a los alumnos de la Universidad Popular de Moya.
Detrás de mí, el alisio mece barbas de líquenes filamentosos. Suena constante y me acaricia al igual que a los pinos y las jaras, los escobones y los panascos.
Cientos de hormigas recolectan grano sobre esta roca cubierta de musgo seco.
Lotus y jaguarzos lucen flores; unos amarillas, los otros lilas y blancas.
Los pastos blancos de Acusa contrastan con la impresionante geología de esta cuenca.
*En Montaña Altavista, al final del sendero, vimos una hembra de Acrostira tamaranii.

miércoles, 24 de febrero de 2010

68. LA FRÁGIL CARALLUMA BURCHARDII


Caldera de Tinamala desde Gurugú
Empezamos el día dirigiéndonos al Malpaís de Mala, entre la Punta de la Pared y La Hondura, por allá de Guatiza. Está ventoso y en el horizonte se ven jirones de alisios subiendo desde Famara intentando ganarle al calor del amanecer la otra vertiente.
Malpaís pedregoso como todos, lavas troceadas y recubiertas de líquenes.
Entre casas residenciales con sus verdes jardines, paredes rústicas y portales hermoseados -castillos actuales en medio de un territorio de nadie- nos acercamos a varios fragmentos de territorio aún rústico.
Buscamos un endemismo para valorar un paisaje ya destrozado y reducido a su mínima expresión. Entre una pista aún sin asfaltar y una antigua línea de muros que resguardan terrenos de cultivo, localizamos una de las poblaciones a las que hace referencia Esperanza Beltrán en su libro. Dispersos, formando conglomerados de unas decenas de tallos, sin flores y con los frutos ya abiertos, observamos un grupo de ejemplares de Caralluma burchardii. Cerca de ellas, una pista, trazada a fuego de tractor de esteras sobre el malpaís, indica lo frágil del lugar. Convive con Chenoleas, tabaibas amargas en flor y fruto, con hojas agarradas al escaso sustrato. Lycium afrum esta aquí sencillamente escuálido. Al lado de una pared con una estructura de piedra seca adosada encontramos unos pocos fragmentos de cerámica, aborigen quizás. También recogí conchas de caracoles que recuerdan a Theba geminata. Poca vida animal a esta hora del día y en esta época del año. Nos acercamos a la pared de piedras levantadas que discurre por el malpaís. Egagrópilas de cernícalo, de alcaudón y de gaviotas o águila pescadora ( tienen muchos fragmentos de material marino, espinas de peces, etc.) se observan en muchos puntos.

lunes, 22 de febrero de 2010

67. GOTAS DE ROCÍO EN UN MALPAÍS.


Quizás el recuerdo más brillante del Malpaís de La Arena sean los reflejos de múltiples gotas de agua al sol del amanecer, brillando sobre las capas de líquenes esponjosos.
Empapados del agua del rocío, las piedras recubiertas brillan como si de una superficie de un charco se tratara.
Sorprende este contraste.
Un malpaís ya no es reseco. Se cubre de láminas de agua rezumando de este manto vegetal que son los millones de líquenes que lo recubren.
Y cuando levantas la mirada de este mundo vegetal, el horizonte te regala la inmensa mole de Tindaya, una montaña majestuosa, única en esta llanura, atrayendo sobre ella todas las miradas.
No solo las actuales sino las prehistóricas, uniéndote con los ojos majoreros que quizás la adoraron desde siglos.
¿Quién puede querer transformar esta obra de arte con otra obra de arte?
No se entiende este galimatías sobre esta joya geomorfológica, luminosa, espectacular…

sábado, 20 de febrero de 2010

66. EL SOL DE TEJATE, MALPAÍS DE LA ARENA.


http://googleearth.arterysolutions.com/filestore/EL SOL DE TEJATE1.kmz

Estamos en el centro del Sol de Tejate.
Una estructura circular de hileras de piedra, aborigen, majorera, espectacular.
En este llano se vuelcan todas las montañas...nos rodean todas las del norte majorero, como un círculo de cielo a nuestro alrededor.
Desde Montaña Caimán a Montaña de La Arena y en el centro, allá, donde se pone el sol, Tindaya.
¿Será esta forma que desde aquí tiene Tindaya como el recipiente para recoger al rey Sol?.
Habrá que volver en otro momento del año para saborearlo.
Hoy, ya basta con esta intensa emoción del descubrimiento.
De llevar a la realidad el sueño de estos días atrás cuando tan solo veíamos por el estereoscopio esta imagen tan peculiar, tan humana.
Hoy, emocionados por una magia de no se sabe qué lugar, nos sentamos alrededor de estas piedras hincadas, saboreamos los fragmentos de cerámica, los concheros, el silencio, la brisa que nos acaricia deleitados por este lugar de culto.
¿Será este uno de los efequenes que nombraba Torriani?.
Huellas en el sitio indica que alguien lo investiga con detalle.
Ya volveremos.
Estos son los borradores de las estructuras que observamos en GOOGLE EARTH. Fueron los días anteriores a la visita, la visualización previa al encuentro, la difusa interpretación de un quizás misterioso hallazgo arqueológico….

jueves, 18 de febrero de 2010

65. SKYLINE DE PALMERAS EN TAMARACEITE.


Son la línea del horizonte en este paisaje.
13 palmeras canarias, unas ya muertas, otras casi moribundas, otras aún vivas…
Son las vigías del valle de Tamaraceite.
Ahora ven urbanizaciones, autovías, grúas amenazantes, un paisaje sólido, cementado, lleno de colorines, mezcla extraña de amarillos, ocres, azules, celestes, grises..
Palomas, mirlos y tórtolas aún las usan como atalayas.
Detrás, he dejado los parterres llenos de geranios de Siete Palmas, su Centro Comercial, las grandes avenidas…
¿Serán una familia estas 13 palmeras?
¿Habrán decidido permanecer juntas hasta el final?
¿Se hablarán como las de El Huérfano Azul, ese palmito del valle de Haría que recrea Jesús María Godoy en su libro Titerroigatra y yo ?.
Hay tres de ellas esbeltas y altivas, orgullosas de su raza, maduras en sus sienes resecas que mueve el viento, algunas ya sin cabellera..
Otras parecen fuertes, resistiendo las quemas de sus troncos y arrullando con el siseo de sus ramas a las más pequeñas, pasto de piedras y arranque de hojas de chiquillos juguetones..
El antiguo Valle de las 10.000 palmeras se extiende ante ellas, hoy urbanizado y gris. Lo que ayer fue un vergel hoy es una ciudad de los hombres.
Aquí y allá, en algunos terrenos ya abandonados, las jóvenes palmeras se regeneran, crecen y esperan dar algún día una alegría a esta línea del horizonte con palmeras ancianas.
¡Quizás vuelva a reverdecer Tamaraceite¡
¡Quizás estas 13 palmeras en el horizonte sean como la llamada del pasado, la esperanza de que el paisaje de Tamarán vuelva a verdear algún día!


Ver mapa más grande

miércoles, 17 de febrero de 2010

64. PAISAJE DESDE LA CALDERA DE GAYRIA


¡¡He pisado al fin las huellas de Hartung¡¡.
Desde la atalaya de Gayria, con un frío y húmedo alisio soplando a mi alrededor.
Las huellas de este geólogo estarán aquí, debajo de las nuestras, con una edad de 147 años, contemplando el mismo paisaje que ahora observo. Se me confirma la medida geológica de estos paisajes del volcán y el llano.
Pocos cambios perceptibles a vista de pájaro.
Quizás el único y más notable sea la ausencia hoy de un cono de picón, el de la Caldera de Liria, allá en Malpaís Grande, sometido a extracciones durante muchos años.
Pueblos incrementados en casas y haciendas pero el relieve sigue allí, intemporal, casi eterno..
Trato de asumir con prisas de naturalista de paso, todo lo que me rodea. Cada paisaje requiere un tiempo para descubrirlo, para entenderlo, para dejar que se muestre..
Venimos con dos horas de tiempo y dos horas se pasan volando..
Llega al fin el guirre, uno de los habitantes de estas alturas volcánicas, que dejó ya su impronta en los riscos de la Caldera y ahora se mece majestuoso frente a nosotros, ascendiendo, lento y sereno sobre el llano.
Es un adulto según Juan Luis, y parece que, sobre éste en lo más alto, hay otro..
El viento sigue azotando, firme, bajando desde el Norte, a veces con chispas lluviosas y siempre revolcón.
Desde este punto, se nos muestran montañas , cuchillos y valles de la isla majorera, en un ir y venir de luces y sombras, retazos de luz entre nubes volanderas que avanzan a toda velocidad.
Allá en la lejanía, misteriosa, vemos la Mesa del Saladillo, trozo horizontal de una isla muy vieja y ya ida.
Aquí, frente a nosotros, Montaña Halcones nos revela un curioso dique, una extraña y enigmática línea blanca que corta a cuchillo este morro negro… ¡ y que ya es motivo para realizar dentro de poco otra excursión…¡¡

martes, 16 de febrero de 2010

63. MONTAÑITAS DE MAZACOTE. EXTRAÑAS GEOFORMAS MAJORERAS.

Montañitas de Mazacote
Parecen la huella de las hojas de un cerrajón canario. Son morfologías heredadas, consecuencias de la evolución de siglos sobre el territorio y que conforman extrañas estructuras.
Se ubican en el interior sur de Fuerteventura, entre Tuineje y Montaña Cardón. Corresponden a extensos llanos con ambiguas formas de desagüe a modo de nerviaciones de una hoja.
¿Cómo se formaron esas estructuras lábiles y planas?.
¿ A que procesos hidrológicos difusos se someten que toman esas estructuras muy simétricas y repetitivas en estos lomos de caliches? .
Curiosamente, la vegetación se acumula en los bordes de esta hoja aserrada y no en la lámina. Casi no se observan muestras de vegetación aquí.
Sin embargo, más al norte entre el Malpaís Grande y la Caldera de Gairia, en plataformas calichosas parecidas si aparecen estructuras de vegetación dispersas a lo largo de ellas.

62. DUNA FÓSIL EN EL MÉDANO.


Materiales cementados. Grano muy grueso. Pocos fósiles.
Es la impresión inicial de esta duna o complejo dunar fosilizado en las laderas de Montaña Roja. La tafonización es evidente en toda su fachada con abundante partición de las capas superiores, posiblemente más carbonatadas.
Cercana al litoral, la estratificación es muy notoria en bandeado muy fino. Algunas capas de la base presentan manchones blancos muy deleznables (creo haber visto algo así en la costa de Betancuria).
Había una pieza con formas más redondeadas y tonos rosáceos cercana al litoral. Me volvió a recordar a aquellos niveles colgados bajo los tableros de caliches del litoral Oeste de Fuerteventura. Más arriba, estratificación compacta y placas superiores casi encalichadas. Por la fachada nordeste, las microdunas aparecen por doquier con abundante vegetación de tabaibas dulces y salados achaparrados.
El viento sopla tan fuerte a esta hora de la tarde que el mar frente al Médano parecía un enjambre de mosquitos, de tantos surferos. La arena actual parece más oscura que la fosilizada.
La red de senderos que ha sido diseñada para recorrer el espacio demuestra capacidad de protección administrativa. De todos modos, el tránsito indiscriminado de personas, perros, y hasta un motorista saltándose las sendas, demuestra el nivel de compromiso ambiental de algunos de nuestros paisanos.
Cada espacio ha de tener quien lo cuide.
Como un perro guardián.
Todo el día a su vera cuidando lo de valor que tiene.
Las ciudades tienen los serenos al anochecer y los policías locales durante el día.
De igual modo que se ha de preservar la seguridad ciudadana ya es hora de plantearnos también preservar la seguridad ambiental

Pdt: Al parecer, las arenas que dieron origen a este sistema dunar son minerales, pumiticas y calcáreas. En ellas no hay material organógeno, ninguna concha, ningún fósil... La costra que las cubre es calcárea y debajo de ella el material compacto es atacado constantemente por el viento. Un contraste total con las que se observan en el litoral oeste de Fuerteventura, con abundantes fósiles y con la costra superior llena de alvéolos provocados por quien sabe que reacción química.

lunes, 15 de febrero de 2010

61. KI, LA PLANTA DE LA BUENA SUERTE


Es una visita obligada en nuestras excursiones a Tenerife.
Allí, en uno de los primeros pasillos del Jardín Botánico de La Orotava, nos espera Ki, la planta de la buena suerte, oriunda del Pacífico Tropical y del Sudeste Asiático, venerada por los hawaianos, sagrada para sus dioses Lono y Laka.
Es como una pequeña capilla abierta en la Naturaleza.
Un lugar de reflexión y de oración donde pedir que se hagan realidad nuestros deseos.
La Planta de la Buena Suerte, señorial, esbelta, elegante con sus hojas lustrosas y verdebrillantes, es mejor que cualquier pitonisa, que jugar a la lotería primitiva.... Desde pequeños, mis hijos han venerado la tradición.
Rezan su pequeña o gigante oración de ilusiones por conseguir. Meditan las peticiones y es como si los Reyes Magos tuviesen un trabajo extra en vacaciones..
Ellos cuentan que sus deseos se suelen cumplir. Consiguen superar nuevas fases casi imposibles en sus juegos de “GameBoy” o de “Playstation” y para Navidades, los Reyes Magos acceden a sus deseos.
Mis deseos también se han cumplido.
Cada año que visitamos el Jardín y cumplimos nuestra promesa me complace comprobar que el mundo de la ilusión es capaz de mover almas con mayor fuerza que el real.

domingo, 14 de febrero de 2010

60. LA ISLA PENDIENTE.



La Palma es la isla pendiente. Cae de pronto hacia el mar, repleta de vegetación, de casas, de laderas arriba y riscos abajo.
El espacio agrario se confunde entre coladas y pinos con el espacio natural. Por eso, aquí, pocos impactos producen sin embargo mucho ruido ambiental. Machacadoras de lava principalmente. Las infraestructuras sin embargo no se manifiestan. Las nuevas carreteras no producen grandes impactos.
La Gomera, una isla de ensueño, está siempre allá enfrente. Sombra iluminada a esta hora de la mañana entre las nubes que la capotan.
El mar es el referente de la isla y este mar de La Palma asusta.
Está allá abajo, muy cerca, haciéndole cabriolas a las corrientes, apareciendo a veces ardiente y con peces muertos, sinónimo de eventos volcánicos cercanos, terremotos, lavas hirvientes que hace que para los palmeros mirar al mar sea siempre obligatorio.
No está nunca echado. Parece que siempre está expectante. Vigilando a la tierra que consiguió rebasarlo, superarlo. Con ganas de acarrearla de nuevo a sus profundidades. Matando el orgullo de esta tierra levantada hacia las nubes.
El sol se va para América desde aquí.
Viene de las islas de enfrente.
Y La Palma es la proa de este barco archipielágico que es Canarias. Se sabe punta en la travesía. Y ve irse al sol, con mirada enrojecida, retadora, desafiante para con su viaje iniciático, con su viaje de tótem impenetrable.
Por eso, desde el amanecer, La Palma, siempre coqueta, se peina con las nubes sus colinas y laderas verdeantes.
En este Norte insular no hay hueco para otra cosa.

sábado, 13 de febrero de 2010

59. DESCUBRIR ÁFRICA.


¡Hemos estado tanto tiempo mirándonos a nosotros mismos.! Metidos en el interior del calcetín de nuestra historia rellenamos hileras y estantes de bibliotecas, sobre nuestras islas, creyéndonos así el centro del mundo.
Pero un día le dí la vuelta al calcetín insular. Quise ver el exterior, el entorno, el otro lado.
Las islas nos aíslan del exterior. Pero...¡hasta qué punto!. Hay un aislamiento territorial, físico, un mar que nos separa. Pero más dramático aun es el aislamiento cultural, el de la ausencia absoluta de conocimiento de nuestro entorno, el de la negación a conocer esa vecindad africana.
Un día abrí una pequeña ventana a ese exterior. Y escribí a un forestal canadiense preguntándole, solicitándole, información sobre los bosques marroquíes. La respuesta que llegó de tan lejos fue contundente: “Estimado colega: Creo que está Usted en mejor situación geográfica que yo para conocer de los bosques marroquíes.”

Pero, sin embargo, desde Canarias, la información es escasa o nula. Nuestras más prestigiosas revistas de botánica, se concentran al 99 % en la flora insular y no llegan al 1 % los artículos específicos en ellas sobre flora o vegetación de Marruecos ó el Sáhara. La distancia geográfica es mínima pero la cultural se ha ido agrandando con los tiempos. Vinculados en origen con sus antepasados, el recelo al moro y a su cultura, es como el lado oscuro de nosotros mismos, y aún predomina una tradición colonialista que nos quiere hacer sentir geográficamente más cerca de la Sierra de Madrid que del Macizo del Anti-Atlas, más cerca de las dunas de Doñana que de las del Aaiún.
Por mi parte, al menos, he conseguido ver el mundo insular desde el otro lado del calcetín. Ya conozco vecinos de Zagora que tienen familiares trabajando en Puerto Rico, he pisado cardonales en Agadir que son primos hermanos de los de Jandía, he visto heliantemos que creía exclusivos de Canarias, ramoneados por rebaños de camellos y cabras en las continentales llanuras de Ouarzazate, he enseñado a chiquillos marroquies a la sombra de la Kasbah de Ait-Ben-Hadou a construir barquitos de vapor con hojas de Arundo donax..
Por fin... ¡¡descubrí África¡¡.

viernes, 12 de febrero de 2010

58. PARQUE NATURAL DEL ISLOTE DE LOBOS. EL ÚLTIMO REFUGIO.


Un estallido de oxígeno para nuestros cerebros. Así ha sido la visita a Lobos. La luminosidad del día. El paisaje solitario. Lobos es el último refugio para la Naturaleza Canaria. Un trozo del paraíso aun intocado (o solo ligeramente) donde aun resiste la vida. Donde es posible ver aún al gran águila pescadora sobrevolar nuestras cabezas con un hermoso pez de destellos brillantes entre sus garras, perseguida y molestada por dos gaviotas que pretenden arrebatarle a la presa. Donde, cruzando el paisaje excitante de Las Lagunillas, la arena y el barro aderezados por la marea, son el único refugio en Canarias para esa bella planta que es Limonium ovalifolium ssp canariensis.
Esta pequeña planta, capaz de convivir y jugar con el mar, sobrevive encharcada bajo él y reviste los suelos donde los cangrejos y los gammáridos esperan escondidos bajo las piedras la llegada de la siguiente marea. Mientras el águila se pierde hacia el norte, regateando en el cielo con las gaviotas agresivas nosotros nos extasiamos en el saladar, explorando sus morfologías, viendo la rápida colonización que Sarcocornia ha hecho del antiguo camino de rodaduras preguntándonos por las analogías de estos suelos poligonales de la arcilla litoral con aquellos otros que hace años observamos en los llanos arcillosos que llaman de Las Brujas en Inagua. En el litoral de Las Lagunillas, yacen los restos metálicos de un barco de madera que encalló y se incendió, restos de una tecnología industrial que el mar oxida y destroza hasta desvanecerla. Hay como algo intangible en tanta diversidad de situaciones, en tanta manifestación heterogénea de las raíces de la tierra. Lo mineral, lo vegetal y lo animal se interrelacionan y complementan de un modo que a veces parece inabarcable para el espíritu humano. Es como si las herramientas para estudiarlas y conocerlas fueran otras que trascienden su mera clasificación y observación compartimentada y sesgada. Hay algo que une al conjunto de tantas partes que no es aprensible por este método, que requiere quizás otro nivel para su percepción. Es un todo de formas y colores, de sensaciones y luces que no se asimila por el raciocinio sino por el alma.

jueves, 11 de febrero de 2010

57. PARQUES NACIONALES : PUNTOS CARDINALES DE LA NATURALEZA CANARIA.

Son cuatro en Canarias. Como las esquinas de un poderoso escudo protector. Como los puntos cardinales de un microcosmos especial. Recogen lo mejor del Archipiélago, lo excelso, lo más natural y bello. Son también cuatro historias insulares más que acogen y resguardan otros cientos de ellas. De esquina a esquina de este microcosmos insular, la Naturaleza Canaria recrea cientos, miles, millones de pequeñas historias naturales excelsas, únicas, exclusivas, muestras de un valor intangible, el de la integración de lo biótico y lo abiótico, lo presente y lo intemporal, el hoy y el ayer de nuestras islas...!y su futuro¡.
Estas historias naturales que cuento son frutos del pasado y semillas del futuro. Por eso tienen que permanecer. Para que evolucionen y sigan adelante llevando el mensaje de los siglos a las generaciones venideras.
Un buen sueño hecho realidad.
Los cuatro Parques Nacionales Canarios representan la voluntad inquebrantable del hombre por un porvenir seguro. Por una Naturaleza Protegida. Por una Naturaleza valorada, como un tesoro a resguardar del presente inconsciente y efímero, del consumo voraz y destructor que ha eliminado de la faz de esta tierra paisajes y recursos naturales de idéntico valor al que ellos protegen.
Poco quedará en las Islas si la globalización sigue su curso, si el urbanismo sigue jugando al fariseísmo con conceptos como ordenación del territorio, desarrollo sostenible, etc., etc.., la mayoría de las veces palabrerío inútil y cómplice de la destrucción de nuestra Naturaleza.
En Canarias, al igual que afortunadamente ocurre en otras partes del mundo, la Conservación de la Naturaleza, con mayúsculas, sin dobles sentidos, sin medias tintas ni mentiras piadosas, sigue siendo tarea de los Parques Nacionales.

¡Ojalá su ejemplo alcance también a todos los Espacios Naturales Protegidos de Canarias!.

miércoles, 10 de febrero de 2010

56. THÉODORE MONOD EN CANARIAS.


“¡¡Es absolutamente necesario luchar
contra la falta de respeto
por la Tierra!!”.

Théodore Monod, naturalista francés, 1902-2000.

Un enciclopedista. Zoólogo, botánico, geógrafo, arqueólogo, ictiólogo,.. Dedicó su vida a recorrer, investigar, palpar, desde la mar profunda de los tiburones al “mar sin agua” del desierto del Sáhara.
Este comprometido naturalista, director del Instituto Francés del África Negra, el IFAN, en Dakar, del Laboratorio de Ictiología del Museo de Historia Natural de Paris confirma, con su vida personal y profesional, que, hoy más que nunca, es necesario recuperar la figura del enciclopedista del siglo XVIII.
Como investigador, amante de las analogías, de las convergencias de formas, de paisajes, de las del alma y el compromiso, la sorpresa con Théodore Monod es su paso por Canarias, su salto a las islas desde el Sáhara. Recorriendo los bordes de este inmenso desierto, estudió Canarias y su entorno sahariano y también dedica varias de sus publicaciones a los archipiélagos macaronésicos, desde Las Salvajes a Cabo Verde. Visita Los Jameos del Agua en busca de unos extraños crustáceos tetianos como Halosbaena fortunata, que vivían en los bordes del antiguo mar de Tethys y de los cuales hay un género dedicado a su memoria, Monodella.
Se recrea en la historia fabulosa de ese intrépido aventurero que fue George Glas y trata de localizar también el enclave de Santa Cruz de la Mar Pequeña, ese misterioso y escurridizo puerto africano que los historiadores canarios tratan de ubicar en ese amplio litoral entre Tarfaya y Ifni.
Y, para mi sorpresa, él la localiza ¡en la laguna de Khnifish!, ese espacio natural protegido, uno de los pocos enclaves Ramsar en el litoral marroquí, que sueño con pisar algún día.
Igual que hacia Théodore, imaginando, soñando antes con los sitios, recreándolos en su mente hasta que después, la realidad los moldeaba y los acababa de convertir en una bella escultura de paisaje, nacidos del interior de uno mismo.

(Fuente imagen: Anuario de Estudios Atlánticos, pág. 431, nº 22, 1974)

Más info:
Theodore MOnod, Le Monde Diplomatique

55. ARCHIPIÉLAGO CHINIJO: CORAZONES PALPITANTES DE VIDA EN EL ATLÁNTICO

Siempre hemos asociado al volcán con destrucción y muerte. Pero cuando llega la calma, cuando se enfría su magma interno, se convierten en acogedores refugios de cientos de animales, de padres y crías, de sonidos de vida.
Vuelos y algarabías nocturnas de pardelas, escandalosos griteríos de gaviotas, tímidos piares de petreles y paiños de Bulwer, aguerridos halcones peregrinos y aguilillas, escurridizas aletas, majestuosas y señoriales águilas pescadoras, conviven al unísono en un mismo entorno.
Este conjunto de islas jóvenes, volcanes apagados en el océano, aparecen como castillos aislados, atalayas desde donde otear los riesgos, refugios alejados de fuentes de peligros, con numerosas oquedades y cuevas donde criar y procrear, con abundantes recursos en un circundante mar generoso para sobrevivir.
El Archipiélago Chinijo, originariamente volcanes en su interior, lo conforman sin embargo un pequeño conjunto de verdaderos corazones palpitantes de vida cuya protección debe ser una de las prioridades de la política de conservación de Canarias.

54. PAISAJES DEL NOROESTE.



Cuando paseo a mis amigos, ya sean insulares o ibéricos, por los paisajes de Gran Canaria, su sorpresa se da siempre a vuelta de carretera, cuando asomas a un cauce nuevo y emerge a nuestra vista un panorama escondido: la cuenca de Tirajana, el fantástico valle de La Aldea...Gran Canaria tiene esa peculiaridad. Sus mejores paisajes se esconden entre las montañas, detrás de una vuelta. A Tenerife la recoges de un golpe de vista, asomas a Tacoronte y la panorámica te lleva hasta Buenavista. El Teide se impone y ese es su paisaje más valioso. A Fuerteventura la oteas desde Morro Velosa y llegas hasta Tindaya.
Pero a Gran Canaria no.
Con su edad geológica de más de 15 millones de años, la erosión y la sedimentación obligan a buscarla y rebuscarla. Por eso, vale la pena recorrerla al paso tranquilo de las carreteras viejas, con sus recovecos y vericuetos, que las amoldaron a la topografía y las hicieron una parte de ella. Por eso, seguiré yendo a La Aldea desde Agaete por la vieja carretera. Porque con ella podré disfrutar de un mar lleno de gaviotas piando sobre el Dedo de Dios; ver el pinar de Tamadaba sobre mi cabeza e imaginar a las hadas del alisio correteando entre los andenes de Faneque ; escudriñar, arriesgando la vida, los paredones llenos de flora endémica de Andén Verde, deteniendo mi vista en la belleza de un Lotus único y exclusivo o en la tímida y sencilla tedera, única en Canarias y que crece batida por los alisios en esta parte de la isla. Podré ver venir el fresco viento húmedo sobre el océano, formarse y deformarse en forma de ribetes de nubes, reflejarse sobre un mar rizado simétrico, extenso, azul-oscuro o brillante bajo los rayos del sol, y condensarse al chocar con esa enorme cola de dragón que son los picos y montañas que conforman el arco noroeste de la isla. Allí el viento se vuelve a hacer nubes y se condensa y desaparece sobre el flanco sur de la cuenca aldeana, dejando sentir la impresionante y mutante fuerza de la Naturaleza.

martes, 9 de febrero de 2010

53. HUMBOLDT EN LA GRACIOSA

No fue la grandiosidad y armonía del Valle de La Orotava la primera impresión canaria del célebre naturalista.
Entre sus emociones más vividas, las primeras alabanzas de las Islas Canarias surgieron entre las aguas del pequeño archipiélago del norte de Lanzarote. Y es La Graciosa, la octava isla, la pequeñita, la que tiene el honor y el mérito de haber acogido por primera vez el pie de tan insigne visitante.
Fue un hecho fortuito. La corbeta Pizarro, que viajaba desde la Coruña a Panamá, tuvo que desviarse de su ruta y resguardarse, entre el 16 y 18 de junio de 1799, entre los islotes del norte de Lanzarote para evitar el asedio de varios navíos ingleses fondeados en la rada de Santa Cruz de Tenerife.
El 17 de junio de 1799, Humboldt bajó a tierra y recorrió un tramo de La Graciosa. Fue allí donde entabló su primer encuentro con un paisano canario, un humilde pescador graciosero, que les orientó en su búsqueda de noticias sobre los navíos ingleses y sus andanzas.
“ Nada sabría expresar la emoción que siente un naturalista cuando pisa por primera vez un suelo que no es europeo. La atención se fija sobre un gran número de cosas. A cada paso creemos encontrar una producción nueva y, en esta agitación, no reconocemos a menudo aquellas que son más comunes en nuestros jardines de botánica y en nuestras colecciones de historia natural.”
Recolecta material geológico, describe líquenes, establece comparaciones entre la tierra graciosera y la napolitana de Torre del Greco, a la sombra del Vesubio, y, en las noches a bordo realiza observaciones sobre el relieve costero de Lanzarote, recolecta algas y animales marinos, se extasía con la fosforescencia del mar y con la belleza del cielo nocturno.
No podíamos dejar de admirar la belleza de las noches: nada se asemeja a la transparencia y a la serenidad del cielo africano. Estábamos sorprendidos de la prodigiosa cantidad de estrellas fugaces que caían a cada instante.”
A pesar de las diecisiete páginas dedicadas a estos islotes en su obra más famosa, “ Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente”, en La Graciosa, la primera isla pisada por este naturalista cuya fama supera la de cualquier otro, no existe ni una sola referencia, ni un solo recuerdo, ni un solo homenaje a su paso.

52. ARENALES DE GUANARTEME : BIODIVERSIDAD EN LA CIUDAD.

KMZ Relicto de los Arenales de Guanarteme
Este otoño lluvioso nos ha permitido a los ciudadanos descubrir una nueva imagen de nuestra capital. Muchas de las laderas que desbordan sobre ella visten un verdor que a muchos nos parecía ya desaparecido. Tabaibales dulces, tamizados con lágrimas de virgen en flor y salados amarillos recuerdan que su territorio aun no ha sido ocupado y piden entrada en la planificación de la ciudad. Aquí, en Las Palmas de Gran Canaria, desde La Isleta a los Riscos de La Laja, sobreviven especies y espacios bellos. Ya hemos hablado de la riqueza de nuestra historia natural, la geológica, la de los fósiles, la de su flora y la de su fauna. Hoy queremos reivindicar un último descubrimiento para nuestros viejos arenales.
Desde 1986, se reivindica un espacio natural que cobije un resto aunque sea fósil de los antiguos arenales de la capital, aquellos que iban desde Guanarteme a Santa Catalina y de los que hoy tan solo una muestra ínfima queda en La Minilla. Pues bien, allí, con este invierno, compañeros zoólogos de la Universidad de La Laguna acaban de encontrar un pequeño insecto exclusivo que parecía desaparecido y cuyo potencial genético lo hace único en su raza. Se trata de un pequeño escarabajo negro, una Pimelia típica de los sistemas dunares canarios que existió en aquellos extensos arenales y que consiguió sobrevivir a tanto desmán urbanístico. Hoy, entre escombros y paseantes urbanos, en una de esas laderas aun pervive esta joya zoológica. Quizás su peculiar supervivencia en este pequeño lugar también tenga su explicación en la leyenda que la protege. Todos los niños de esta ciudad respetan a los escarabajos :
¡No lo mates, tio!. Que si matas a un escarabajo, tu padre se queda sin trabajo..
Si a pesar de nuestra capacidad de transformar nuestro entorno, existen flora y fauna que son capaces de superarnos y sobrevivir, bien merecen tener un puesto entre los ilustres de nuestra ciudad.
¡!Y más si es un simpático, protector laboral y diminuto escarabajo negro.!!

lunes, 8 de febrero de 2010

51. PAISAJES SIMÉTRICOS.



Son la imagen y su reflejo especular. Pero, están en sitios diametralmente opuestos, separados por un brazo de mar de 120 kms, ubicados en dos islas distintas.
Uno de ellos es Punta de Las Arenas, en la base del Anden Verde, en Gran Canaria. Otro es Puntallana, en La Gomera. Pero ¡qué simetría de paisajes!
Ambos comparten una base arenosa, un extraño fragmento de arenas levantadas, por encima del mar, sobre una base de materiales detríticos. Comparten su posición en la base de un acantilado, uno el de Aluce, allá en La Gomera, cae en picado desde los 350 metros, creando en su base una red de drenaje peculiar. En Punta de Las Arenas, la caída es desde los 750,. El Anden Verde corta los alisios del Noroeste y araña igualmente una extensa cohorte de barranquillos y caideros. A la convergencia de las formas, se une la presencia similar de un paisaje vegetal parecido, tabaibas dulces y afilas, salados y uvillas de mar.
Pero..¡es que también comparten vida animal!
Ambas islas de arenas, aisladas, en estos macizos de relieve accidentado comparten Pimelia, escarabajos negros, especies diferentes pero íntimamente emparentadas.
Pimelia estevezi y Pimelia fernandezlopezi son primas hermanas, separadas por un mar atlántico. ¿Qué tendrán en común aparte de las formas, los relieves, los animales, estos dos parajes isleños, simétricos, análogos,... ?
¿Y si fuesen hijos de un mismo cataclismo, un cataclismo de ida y vuelta, una enorme tsunami que bailó entre las dos islas dejando retales aislados de un paisaje a un lado y otro de su bamboleo?. Suena sugerente pensar que ambos fragmentos arenosos son islas de arena, colgadas allí por el impulso del oleaje, de una tsunami gigantesca que, cayendo desde Gran Canaria, rompió contra La Gomera, retrocedió otra vez y en su bamboleo fue meciendo el sustrato del fondo marino y dejó allí, suspendidas en el reborde de las dos islas, el mismo sello geomorfológico.

domingo, 7 de febrero de 2010

50. TAZART, LA HIGUERA.



Generosa y rústica.
Tazart, la higuera de los beréberes norteafricanos, crece entre nosotros. Las he visto en todas las islas.
A veces escuálidas y moribundas y otras frondosas y protegidas por murallas, por castillos inaccesibles al ganado. Obras del hombre agradecido y protector de sus producciones, los placenteros higos.
Higos maduros, higos secos, fieles compañeros de las aventuras aborígenes y de los actuales isleños.
También las he visto salvajes, entre riscos, colgadas, alimentos de naturaleza autóctona.
Igual que ella misma.
Aunque muchos lo dudan, quizás Tazart llegó primero que el hombre a Canarias, semillas transportadas por aves que anidaron en cualquier risco canario, después de cruzar el brazo de mar que nos separa del cercano África.
Nombramos muchos lugares con su nombre.
Sin duda, el más antiguo, Tazarte, suena igual en muchos lugares del Marruecos del Sur.

49. CUEVAS DE PARDELAS.


Hemos penetrado en una de estas cuevas de pardelas del malpais de Los Volcanes.
Fue como bajar a la gruta secreta de Alí-Babá y los cuarenta ladrones. Allí, donde guardaban sus tesoros.
Un trozo de malpais caído es el acceso.
Abajo, protegidas por una larga plancha de coladas lávicas, largos y oscuros pasillos horadados dejan entrever los lugares donde crían, estos seres mitológicos que son las pardelas.
Huras escondidas, nidos en la tierra arcillosa y polvorienta, acogen a un solo huevo de cada pareja de esta especie.
De cada uno de ellos, emerge un polluelo al principio regordete, plumoroso y grasiento que, si consigue sobrevivir a los garfios de los pardeleros ( hemos visto varios en el suelo de la cueva), iniciaran un recorrido viajero apoteósico.
Durante cuatro años, estos jóvenes salidos de las cuevas y grutas de los islotes y malpaises litorales de Canarias recorrerán las rutas de la región de los alisios, llegando a las costas del continente americano bordeándolos desde el sur hacia el norte y regresando desde el frío a sus grutas de nacimiento a procrear.
¡Pero, de cada 10 pollos que hacen la ruta, solo uno volverá otra vez a estas islas.!

48. ¿PIEDRAS PRECIOSAS ENTRE LAS LAVAS?


¿ Verdad, papi, que esta piedra negra, obsidiana o así, como tú le dices, se podría haber convertido en un diamante?.
Mi hijo Guillermo me vuelve a hacer la misma pregunta delante de sus amigos.
Son los últimos que vienen a casa y no se lo quieren creer.
Tengo que volver a repetir el concepto, el proceso, la ilusión de este cristal negro con alma de piedra preciosa sin pulir.
Pero esta imagen, capturada en los volcanes de Guatiza, en Lanzarote, es la mejor explicación de lo que la lava puede esconder en su interior.
Transformar un magma volcánico en un diamante es algo que requiere temperatura, presión y mucho, mucho tiempo geológico.
En Canarias, los magmas salen demasiado rápido a la superficie, se enfrían y la cristalización que presentan es minúscula en su mayoría.
Nuestra piedra preciosa más evolucionada es sin duda el olivino, esa cristalería de colores y tonos verde claros que a veces se observa en medio de los malpaises, entre restos de lavas negras, grises o marrones.
Como éste de Guatiza.
Gracias a esta imagen, mi hijo Guillermo aún mantiene su fe en mi.
Y a pesar de la cara de extrañeza de sus amigos, sigo teniendo en él a uno de mis fieles discípulos que sigue creyendo las historias naturales que su padre le cuenta.
¿ Y si le digo que tienen mucho magnesio, creerá también que son buenas para la salud?.

47. PARQUE NACIONAL DEL TEIDE: PAZ ECOLÓGICA.



Puedes sentirla ya en pocos sitios de este archipiélago, donde estrujan los recursos hasta la médula, donde se le roba el agua a los saos, se arranca el último grano de arena a las canteras, donde la pica y el ruido del desarrollo todo lo contaminan..
Allá arriba, cerca del cielo, la armonía del conjunto te hace sentir en paz con la Naturaleza. Cuatro letreros escuetos y directos te cuentan lo que te rodea: Montaña Mostaza, 2100 m, cono de escorias basálticas, Montaña Rajada....
Disfrutas igual de una línea de cielo que de una obsidiana brillante, del vuelo de una pequeña mariposa azul que busca la humedad que del contraluz de un tajinaste rojo florecido.
Llega el momento de encontrar tu interior en el exterior, tus sentimientos de ser humano se vinculan con este entorno sereno, equilibrado, en proceso libre, en paz con lo natural..
No hay sensación de guerra, los titanes de la conservación han conseguido meter entre rejas a los malvados desarrollistas.
Hasta te resultan amables los tres o cuatro puntos donde el desarrollo está sostenido, quieto, parado: un área de servicios, un telesférico, un restaurante, son lugares amables también, que te nutren y te avituallan, te transportan y te trasladan a otro lugar igual de bello, pero no son amenazadores, no son avanzadillas peligrosas, son sencillamente sirvientes para la conservación.
Para un estudioso de la ecología, sana la mente y el cuerpo llegar a un territorio amigo.
Han sido más de 60 años los que han transcurrido desde la declaración del Parque Nacional del Teide. Muchos habrán dejado su piel y sus ilusiones en el camino (... en algún lugar debería dibujarse un recuerdo para ellos.)
Y piensas en los otros territorios aún no ganados. Bellos espacios donde la Naturaleza forjó joyas y que están siendo destruidos, apisonados, machacados por el otro contendiente en esta guerra. Desarrollistas feroces, insensibles, machacan con furia tus ideas de conservación para sacar el jugo a esos lugares.
Maspalomas, Cañada de La Barca, El Cotillo, Anden Verde, son lugares donde las aves huyen, ganan los todoterrenos, los incontrolados del cemento y los especuladores del urbanismo mal entendido.
Cielos similares a éste del Teide, peculiares especies únicas, exclusivas al igual que éstas del Teide, paisajes serenos y diluvianos comparables a éste que ahora disfruto, caen destrozados.
Y tú con ellos.
Porque nos has podido salvarlos. Porque no has conseguido dominar como ha ocurrido en este bello paraje a esos escurridizos y sibilinos titanes de la destrucción...

46. UNA VISITA AL MUSEO DEL HOMBRE Y LA NATURALEZA.


Ayer fuimos al Museo. A los chicos se les quedaron pocas pero fuertes impresiones. El origen de las islas. El lagarto y la tortuga gigantes. Los piratas. Las piedras fluorescentes.
Y la sala de vida marina.
La impresión de Carlos y Guille al descubrir los delfines, el calamar gigante, el cachalote enano, es como para repetir.
Mucho más les gusto descubrir la historia de cada uno de aquellos animales plastificados. Todos proceden del mundo real. Y fueron aprovechados para crear cultura de museo.
El museo es un ser vivo que interactúa con la realidad. En la sala de actividades escolares se encuentran las historias de cada uno.
El calamar gigante fue capturado en el mar por un pesquero que avisó al Museo de su descubrimiento. A partir de los restos hallados se diseñó el ejemplar que ahora se muestra en la exposición.
El marlin fue localizado en Fuerteventura y cedido por los pescadores. No solo es tener la idea de hacer estas virguerías sino después materializarlas. Demuestra que algo late en el Museo, que el esfuerzo integrado de investigadores, gerentes y currantes tiene su recompensa en la sorpresa y entusiasmo de mis hijos al vincularse emocionalmente con el esfuerzo de todos.
El paseo por el Museo fue rápido. No podía ir a otro ritmo con dos niños de 5 y 8 años. Pero el intercalado de las dos salas de actividades lo hacen ameno y entretenido.
En la primera sala, mis hijos pintaron y moldearon estrellas de mar, delfines, cangrejos y peces con un mínimo material muy asequible. Mientras miraban por el microscopio las preparaciones, me dio tiempo de hojear las historias reales de los animales disecados.
También se convierte esta sala en un lugar de encuentro entre turistas. De vacaciones, la sonrisa fácil y el saludo se generan a la menor actividad y estas salas ayudan a la amistad entre visitantes, vengan de donde vengan.
La vida de los guanches es motivo para otra visita. Esta vez el molino de piedra y las caretas pasaron demasiado rápido entre nosotros. Lo más espectacular sin duda es la sala de las momias y las calaveras. LA tecnología moderna al servicio de la conservación de estas maravillosas muestras de nuestro pasado realzaba el conjunto.
Los chiquillos sentían veneración por aquellos restos óseos apergaminados entre pieles de cabras indicadoras de nuestros ancestros insulares.
A la salida, el marco del patio adornado con cuatro hermosas palmeras y sus reflejos en la cristalera son todo un ejercicio de armonía entre naturaleza y arquitectura de los que hay escasos ejemplos en las islas.
¡Chapeau por el MHN de Santa Cruz de Tenerife.!!

45. PAISAJE FAMILIAR.


“Vivíamos de la magia de la arena; otros harán brotar en ella manantiales de petróleo y se enriquecerán vendiéndolo. Pero todos llegarán demasiado tarde. Los palmerales prohibidos y las arenas nunca antes pisadas ya nos han dado a nosotros lo mejor que tenían”.
(Antoine de Saint-Exupery. Terre des hommes, 1939)

Ha sido nuestro laboratorio particular.
Escogimos un trozo del paisaje insular y en él hemos ido experimentando durante este periodo de cría y evolución.
Las arenas de Maspalomas se volvieron de colores, brillantes, móviles, juguetonas durantes estos años.
El viento nos peinó a veces hacia el sur, otras hacia el norte, a veces suave y templado, otras veces fiero y abrasador.
Las dunas se nos metieron por los ojos, por las orejas, mientras hacíamos “croquetas” por sus vertientes o nos lanzábamos pelotas de arena a la orilla del mar.
El cielo, las nubes de invierno, de primavera, los soles pegajosos y los de sabor a terciopelo, los contraluces de la charca, a veces de color oro y otras de color salmón, inundaron nuestras retinas de una oleada de placeres únicos.
Después, siempre nos esperaba el mar, para jugar con las olas, para revolcarnos, para saborear su olor y su sabor a sal limpia y fuerte, para correr chapoteando por su orilla.
Eran días completos de experimentos. Recorríamos las dunas levantando piedras para conocer la vida que guardaban, huevos de lagarto, parejas de tijeretas, arañas diminutas, correquetecagas...
Escuchábamos tórtolas y mirlos, pollas de agua y cernícalos, chorlitejos y ranas...
Es nuestro paisaje familiar.
Por cada uno de nuestros poros se respira.
En cada una de nuestras neuronas se ha moldeado, ha tomado forma.
Es ya una parte indisoluble de nuestras vidas.

44.MI FAMILIA DE ÁRBOLES.


Doy con ellos tras haber atravesado un llano ardiente de sol.
No viven junto al camino a causa del ruido. Habitan en los campos sin cultivar, encima de una fuente que sólo los pájaros conocen.
Desde lejos parecen impenetrables.
En cuanto me aproximo, sus troncos se separan. Me acogen con prudencia. Puedo descansar y refrescarme pero adivino que me observan y desconfían.
Viven en familia, los más viejos en el medio y los pequeños, aquellos cuyas hojas acaban de nacer, un poco por todas partes, pero no muy alejados de los demás.
Tardan mucho en morirse y mantienen a los muertos en pie hasta que caen convertidos en polvo.
Se toquetean con sus largas ramas para asegurarse de que todos están allí, como hacen los ciegos. Gesticulan encolerizados si el viento sopla y sopla para arrancarlos de raíz.
Pero entre ellos no hay disputas. Sólo murmuran para manifestar su acuerdo.
Siento que deben ser mi verdadera familia. Pronto olvidaría a la otra. Quizá me adoptarán poco a poco, y para merecerlo aprendo cuanto hay que saber:
Ya sé mirar cómo pasan las nubes.
También sé quedarme quieto.
Y casi sé permanecer callado.”

Jules Renard,Historias Naturales(1864-1910)

(Pdt: Mi homenaje a Jules Renard, autor de este maravilloso poema, y a esta familia canariona de 14 eucaliptos que viven apiñados y solitarios en los llanos de Juncalillo.
Los podrás ver cuando llegas a Agaete, cuando bajas desde la cumbre a Artenara, cuando viene de Tamadaba, sobre el Hornillo, dando al paisaje el toque boscoso que ya perdió).

43. NUESTRO PEQUEÑO MUSEO.

Es nuestro pequeño museo de historia natural.
Trofeos de excursiones insulares para sorprender a nuestros amigos. Caben en esta pequeña mesa de escritorio.
Tengo una obsidiana que recogimos con Apamolna en los Altos de Icod, en una colada llena de brillos metálicos, en medio de un hermoso pinar de las faldas del Pico Teide y que Guille aún no está convencido que, con más tiempo, presión y temperatura, podría haberse convertido en diamante.
También tengo un bucio, roto, recogido en Majanicho, allí donde los tractores destruían un hermoso malpais cubierto de arenas blancas como la nieve.
Tengo un cono fósil, recogido en Juncalillo del Sur, donde una paleobarra con restos fósiles de conchas muy cementadas es atravesada por ruedas y ruedas de los 4x4.
Tengo una concha de ostrón, que algún día cuando vaya a La Mina, en Ghana, la intentare cambiar por su peso en oro, igual que hacían los comerciantes portugueses en el siglo XV con las que adquirían en Canarias y vendían a las tribus africanas del interior las cuales les atribuían fabulosas virtudes mágicas.
Hay un diente de tiburón fósil que compré en el Palais de Tichka, allá en el Alto Atlas marroquí, en 1998, posiblemente perteneciente a Carcharodon, un gigantesco tiburón de mas de 20 mts de largo que también vivió entre los litorales del archipiélago y sus paleoislas, entre 5 millones y 1,6 m.a.. ( Dientes fósiles similares los recogió Sir Charles Lyell, geólogo británico, en las terrazas cargadas de fósiles de Las Palmas de Gran Canaria ).
Una impronta fósil recogida en Barranco Hondo de Artenara donde el Bosque Petrificado que decía Gunther Kunkel, perteneciente a quien sabe que árbol arrancado por las ardientes coladas del extinto volcán del Roque Nublo.
También tengo una piedra llamada Ait-Tayamum, encontrada cerca de Smara, y que fue utilizada durante años en la mezquita de la alcazaba de Cheij Ma El Aimúm, para la purificación ritual anterior a las oraciones canonicales de los musulmanes. ( Bueno, en realidad fue recogida por los chicos en Guayedra, entre los callaos de la playa, pero ¡ tiene un aire tan solemne!).
Y también tengo un trozo de azulejo, redondeado por las olas, recogido por Guillermo en la playa de Las Canteras. Le recordó a un mosaico y lo trajo a nuestro Museo
Pero, entre los tesoros mas apreciados y valiosos de mi colección particular, destaca, sin duda, este otro trozo de hormigón del patio del Colegio Francés en Melenara. Este trozo de hormigón me lo trajo un día, hace unos años, mi hijo Carlos:
“Papi, como sé que te gustan las piedras, te he traído ésta tan rara para tu colección.”

42. UNA CHINIJA PIEZA DE JOYERIA.


Conocía a sus parientes de la laurisilva, aquellas “cochinitas” que vivían debajo de las macetas, entre el estiércol de las cabras, en cualquier rincón húmedo del jardín.
Jugábamos con ellas, las tocábamos con el dedo y, rápidamente, se encogían, se enrollaban como una bolita esperando a que pasara el peligro. Eran pequeñas, grises y, a nosotros, se nos antojaban vulgares y monótonas. Cuando mi madre barría el patio y levantaba las macetas alineadas contra el muro de la casa, era más emocionante escuchar su grito de terror y pánico cuando descubría alguna “lisa” escondida que cuando salían rodando estas bolitas delante de la escoba.
Por eso, esta joya de cochinilla de La Graciosa sorprende tanto. Este precioso crustáceo lo encontramos debajo de una piedra cercana a Caleta del Sebo.
Convivían allí varios ejemplares con diferente tamaño. Es Porcellio spinipes, propio de las islas orientales y vinculado a Porcellio albidus presente en el Norte de África.
Sus colores amarillo-limón destacan de un modo extraordinario. Además, es mucho mayor que las que conocía. En mis manos, con esa simetría de sus pies, de su caparazón, con sus delicadas antenas, con esa distribución tan armoniosa de sus manchas de color, se me antoja como una fina y chinija pieza labrada por un joyero de los dioses para la Naturaleza Canaria.

41.LAS CABRAS DEL ABUELO.


El nieto la observa, entre sorprendido e inquisidor.
El abuelo la vigila:
¡Al loro, cabra, que es mi nieto!.
Son las cabras del abuelo.
Siempre hubo una o dos. A veces tres.
Han estado allí toda la vida. Son el entretenimiento, la supervivencia, la conversación, la leche con nata, el suero, el tabefe, los baifos, el zurrón...
Alrededor de ellas se organizan los días, las horas del abuelo, sus salidas ( “me voy a segar un puño tregolina pa las cabras.”), las tardes de la abuela, ( “¿Ordeñaste?. Me voy a hacer el queso”.)
También, a su alrededor, se organiza el ciclo de los cultivos, acompasando el estiércol acumulado con la llegada de las estaciones, esparciéndolo sobre la cadena, abonándola..
Y, después de visitar al “macho", si hay suerte, vienen los baifos..
Aquellos que sobreviven, los menos, y los otros, aquellos de los que sólo queda la pezuña amarrada a una rama del naranjero y del que siempre, el abuelo abusa contigo y tu cultura ñanga de ciudad, y sonriente e irónico, te pasa el cuchillo para que vayas tú a “prepararlo”...
Cabras, como éstas del abuelo, personalizadas, únicas y exclusivas, familiares, viajaron desde las medianías a las azoteas de Schamman o a las zafras del Sur, alimentando los primeros pasos extraños en otra tierra de muchos forzados emigrantes insulares.
Aún retengo la vivida imagen, de uno de esos telediarios cuando la guerra de Los Balcanes, de una viejecita, pequeña, flaca, con el pañuelo negro anudado en la cabeza, huyendo por aquellas veredas llenas de gente, escapando de las masacres bosnias o serbias ( ¿qué más da? ) llevando, abrazada, apretada contra su pecho, a su cabra, como única tabla de salvación frente a la maldita barbarie de los hombres.

(Fuente: Archivo Fotográfico Familiar de Leticia Rodriguez Delgado)

40. LA CADENA CHICA.


Es una tierra generosa.
Ese trozo de tierra de delante de la casa de mis abuelos paternos en La Jurada, la cadena o “caena chica”, ayudó a mantener a mi padre, Cirilo y sus 11 hermanos, a sus padres, a sus abuelos, al tío Simón,
Al ritmo de las estaciones acogió papas, millos, lagumes, y en sus bordes se estiran al ritmo de los tiempos las ciruelas, los naranjos y las manzanas blancas.
Higueras y nispereros hunden sus raíces en el trastón y sirven de cobijo a mirlos y jusneras, a chaos chaos y pechuguitas.
Hubo que luchar contra las lagartas, las malas hierbas, los vientos y las malas lluvias que tiran trastones, bichan los plantíos y desbaratan surcos.
Pero Cirilo sigue allí.
Con el sacho en la mano y la “hoce” al hombro, dejando “asiadita” la tierra que le vio crecer, que le ayudo a sobrevivir, que le enseño a vivir, identificado plenamente con la ecología de su lugar, con la autoecología de su tribu, con las enseñanzas de sus mayores...
Se me antoja que este lugar sin la presencia humana ya no sería el mismo, que ella misma, la cadena chica, echará en falta algún día la mano de mi padre, que ahora a sus 76 largos años, aún la acaricia y la peina, la mima y la hace productiva, y le ayuda a traspasar su alma de terrón al alma de humano, levantándola del suelo y elevándola al cielo de Doramas.

39. TRAS LAS PERDICES.

Acabo derrengado.
Estos cazadores de la perdiz me han tenido al trote todo el día. Empezamos temprano, repartiendo coches por el terreno, uno en Fagajesto, otro en Pico Viento, un trajín de idas y vueltas que no me hacia sospechar nada.
Pero ¡chacho! ¡Cómo caminan !.
Van tras la perdiz. Buscan el rastro en los trastones, donde el día anterior se refugiaron del sol y quedan, juntos, varios escarbaderos de tierra y plumas sueltas.
Se acercan a ellas. De pronto, se sienten cantar en la otra ladera del barranco del Caidero. ¡ Y hacia allá se dirige uno de nosotros!.
Los demás, desde enfrente, observamos las carreras del bando, delante de él, se le esconden, se vuelven hacia atrás, se desperdigan y de pronto, ¡ vuelan!. Salen todas, en tropel, en distintas direcciones, unas hacia los llanos bajo Caideros, otras hacia Los Berrazales...¡Y allá vamos!. Siguiendo veredas, barranquillos, lomas, volvemos a retomar la persecución. En ese caminar, lento y siempre atentos a otros movimientos, al rastrear de los perros, los perdiceros se me revelan como verdaderos conocedores del medio natural.
Su paso lo marca el bando, a donde ellas van, ellos le siguen. No tienen rutas prefijadas, no hay que acercarse a pistas, no hay que seguir carreteras, hay que seguir los vuelos y las carreras, ya sean cortas o largas, de la perdiz.
Hoy, con ellos, he escudriñado tabucos y caideros que nunca antes había pisado, he observado plantas y paisajes en donde antes no me los imaginaba.
Y, oh, sorpresa, ¡ hasta volcanes nuevos para mí!. Allá enfrente, sobre el barranco de Agaete, pasada la boca efusiva de Los Berrazales, cartografiada por mi amigo Alex Hansen, geomorfológo, estos perdiceros me acercan en su persecución a un valle cerrado, el de Los Almendreros, colgado encima de los riscos que descuelgan sobre el valle, donde encontramos otra pequeña boca efusiva, una muestra de volcanismo reciente holoceno grancanario.
Escondida entre estos paredones, recubierta de vegetación se esconde esta pequeña fisura, con canales lávicos y pequeños témpanos de lava.
¡Si estos perdiceros fuesen naturalistas!. Si no fuesen tan egoístas y quisieran, aprendieran, a compartir sus placeres campestres con los demás. !
¡ Quién sabe cuantos descubrimientos, cuantos hechos nuevos, podrían aportar a la ciencia insular.!

38.SEÑORES DEL JABLE.


Olor a guayabos maduros. Granados en frutos. Las palmeras hembras brillan al azul del cielo con sus penachos de támaras naranjas. Un gato corre ladera abajo al bosque de Las Peñitas. Dos cuervos van y vienen entre palmeras y pitas fructificadas. La Presa de Las Peñitas ha sellado la herida de la pista que le hicieron hace unos años. El agua ha vuelto a romper la pista que bajaba desde Río Palmas.
Allá, enfrente, un cagadero blanco hace pensar en algún guirre nidificante. ¡ Y allí están ¡. Dos guirres posados saludan al alba. Una aguililla pasa por delante de ellos haciendo honor al topónimo de este Risco de La Aguililla. La vista del bosque de tarajales y las palmeras es esplendorosa desde aquí arriba. Al atravesarlo, los tarajales nos rocían de su sal en gotitas pegajosas, manchándonos la cara, las manos...
Montaña La Teta nos saluda entre las masas sieniticas del Macizo de Betancuria. Palmitos machos se elevan esbeltos en primer plano. Palomas vuelan por doquier.
Más tarde, la Fuente de Timijoy se deja entrever por debajo de la carretera. Pequeños charcos con junquillos, verdor inesperado entre tanto marrón y gris, la descubre.
En La Madre del Agua, las haciendas vacías siguen igual de abandonadas. El estanque, limpio y saludable, rebosa de fanerógamas acuáticas y pececillos tropicales. Corre un chorro de agua limpia y escandalosos gorriones chian entre los tarajales.
La belleza verde en todos los tonos de este estanque tiembla en los reflejos de las palmeras del borde.
Bajamos al Jable de Jandía. En La Pared, el urbanismo sigue haciendo de las suyas. Un minigolf creció sobre el lugar donde antes vivían poblaciones de Pulicaria burchardii. Apartamentos de colores chillones contrastan con la suavidad marrón de las lomas del Cardón.
Voy a buscar a mi hubara entre los chaparros. Están allí, donde siempre, iguales a sí mismos, aunque hayan pasado más de 15 años desde mi última visita. Veo huellas de pájaros. Al levantar una gran piedra de caliche, una familia de cochinillas se muestra. Preciosas joyas de Jandía, una de ellas espectacular, negra y gigante. Las otras más pequeños, de tonos blancos y amarillos. Por encima de nosotros, pasa un bando de gangas. Vuelan juntas y se giran hacia el sur posándose un poco más allá. Son muchas, 20 ó 30 quizás. Sigo despacio, avanzando a través de esta pista de Los Presos, esperando a mi hubara.
¡¡Y aquí está!! Delante de nosotros, se aleja despacio y señorial, con su cabeza siempre vuelta hacia el visitante.
¿ Será esta hubara aquella que dormía aún en un hermoso huevo de hace quince años?
Un poco más allá, Alfanjui, el de los ojos amarillos, el alcaraván de Sánchez Ferlosio, se pasea orgulloso y juguetón.
¿Sirve de algo preocuparse por estos señores del jable?.
Seguramente, sus historias continuaran después que acabe la mía. De todos modos, volveré a saludarlos tantas veces como pueda.
¡Hasta siempre, señores del jable de Jandía.!

37. LAS "AGUAS" DE TINDAYA.


Uno de los antiguos trabajadores de la cantera de Tindaya las definió exquisitamente:
“ Lo que tiene estas piedras de Tindaya que no tiene ninguna otra en Canarias, son las aguas que hacen.”
No entendí que tenían que ver las aguas con los dibujos de la piedra de Tindaya.
Pero su observación era muy acertada.
Aquellas líneas irregulares, sinuosas, superpuestas, de las rocas de Tindaya, recuerdan huellas de aguas remansadas, oleajes de ida y vuelta, en un ambiente sereno, geológico, misterio de la tierra majorera que dio origen a una montaña hecha de olas.
He visto las “aguas” otra vez.
Esta vez en la Charca de Maspalomas.
Allí estaban las “aguas” de las rocas de Tindaya.
Uniendo procesos, estableciendo convergencias de formas, entre procesos geológicos de edad millonaria con procesos actuales, demostrando la unidad sin limites de la historia natural insular.

36. LA HENDIDURA.


La Hendidura, deslizamiento gravitacional.
Sientes miedo.
La Tierra se ha resquebrajado.
Las laderas están rotas y parecen piezas caídas de un dominó. Apoyadas unas sobre las otras, sin estructura.
Grandes témpanos de piedra han quedado descolgados en mitad del abismo que cae sobre el mar.
Recuerda el paisaje desolado de las tierras sin vida de Mu-Dhara, el país de la ilusión que Arno y Jodorowsky imaginaron para el cómic de Alef-Thau.
¿Serán tus escasos 80 kilos los que faltan para desequilibrar definitivamente este puzzle caído?. Caminas a través de este rincón con el alma en vilo. Sabes que si algo se mueve, todo se irá al mar en unos segundos.
Ya ha sucedido así antes en las Islas.
Al principio, nadie aceptaba el catastrofismo como una causa importante en la formación del relieve insular.
Hoy ya es una evidencia científica. Los grandes deslizamientos de tierras, avalanchas de isla de miles de toneladas perdiendo el equilibrio y yéndose a los fondos marinos, han formado paisajes como el del Valle de La Orotava, el Golfo en el Hierro, Guimar, Anden Verde, Famara, Riscos de Jandia...
Más de 15 grandes cataclismos de este tipo se han descrito en Canarias.
Por alguna razón geomorfológica, esta avalancha de La Hendidura, en Pájara, quedó interrumpida, a la mitad, frustrada en su colapso total.
Como un recuerdo al aire, un símbolo para los isleños, de la fragilidad del suelo que pisamos. Recordándonos nuestro verdadero lugar en el Universo, pequeños seres al vaivén de los elementos.
No me quiero imaginar lo difícil que tiene que ser, en momentos como esos, aplicar la norma que figura tras las puertas de las habitaciones en los hoteles de Azores:
“¡En caso de temblor de tierra, mantenga la calma, contenga su pánico. !!”



Más información sobre deslizamientos en Canarias.
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