4. LA TRAGEDIA DE UN BARRANCO: CAUCE DE TIRAJANA

En todas las islas alguien hace agujeros a la tierra para sacar toneladas de áridos y transformarlos entre otras cosas en cemento o en hermosos bloques de a 12 o de a 6 para levantar apartamentos, chalets, etc.
El barranco de Tirajana en Gran Canaria es uno de esos lugares que se transforma a la vertiginosa velocidad de camiones de 25 toneladas, más propios de las minas de diamantes sudafricanas que de los litorales canarios.
Posiblemente, en nuestras islas el diamante se ha vestido de árido de barranco.
Los bellos matorrales de balos y salados, conjuntos únicos en esta isla, que florecían después de las lluvias y cuyos tonos verdeclaros contrastaban con los pálidos y grises de aulagas y otras hierbas litorales están siendo sustituidos por hoyos, chatarra, materiales de desecho y malas hierbas introducidas.
Un paisaje llano, hasta ayer colorido y limpio, se torna en postindustrial y suburbial en el corto espacio que media entre una pala extrayendo a destajo y decenas de camiones cargados avanzando hacia la machacadora.
De aquella piel de barranco que se desgaja en ese trayecto caen como jirones algunas especies que merecerían estar en las vitrinas de la conservación.
Raros ejemplares de una especie única como es el chaparro, pequeño arbusto espinoso con aspecto de cabeza de medusa, capaz de sobrevivir a los ramoneos incesantes de los ganados, se debaten inútiles frente a la amenazadora pala de la potente excavadora.
Ellos son los últimos supervivientes de los muchos que existieron en esas llanuras de la costa oriental de Gran Canaria, territorio degradado donde los haya y que tiene la desgracia de ser él mas machacado de este archipiélago.
En mis años de trabajo en temas de conservación nunca los vi tan bellos y hermosos como los que allí crecían. Sus pequeñas flores han visto la luz después de estas lluvias por ultima vez.
La pala amenazadora avanza inexorablemente hacia ellos.