domingo, 7 de febrero de 2010

35. EL ÚLTIMO Y ÚNICO BALO DE FUERTEVENTURA.


Son los misterios aún sin resolver de la naturaleza insular. Enigmas naturales pendientes de confirmación. Sucede mucho en la flora y la fauna de estas islas atlánticas.
¿Porqué una planta se extiende hasta la saturación de su ambiente en determinada isla y la misma especie es escasa, relictual, casi inexistente en otra?.
Sucede por ejemplo con Globularia salicina. En Gran Canaria existen tan solo pequeñas matas aisladas en los riscos del Sur. En Tenerife, sin embargo, forma densos matorrales en las laderas del norte.
La chova piquirroja, la graja palmera, se afincó en esa isla y el otro lugar más cercano donde puedes escuchar sus graznidos y observar sus escandalosas bandadas es en las montañas del Atlas marroquí, aunque también se extienda por las zonas montanas ibéricas. En el resto de las islas, ni se las ve.
Otra muestra de estas enigmáticas distribuciones ocurre con un arbusto tan nuestro como es el balo.
Este pequeño “sauce llorón” canario, exclusivo a nivel de género de las islas, fue descrito para la ciencia en 1789 a partir de semillas reproducidas por Aiton en los jardines de Kew. Nuestro insigne Viera y Clavijo, en su Diccionario de Historia Natural, ya la reconoce como diferente y se atreve a enmendar al sabio Linneo y apuntar
“ debe constituir esta planta una nueva especie (Loranthus canariensis) diferente de las nueve que él mismo menciona ”.
Este arbusto se extiende con profusión por alguna de nuestras islas. La abundancia pareja de topónimos lo confirman. Lomo de Balos se encuentra en la Gomera, en Tenerife, en Gran Canaria. El Barranco de Balos lo nombran por igual en Tenerife y en Gran Canaria. Montaña Balos es famosa en Gran Canaria, tanto por sus grabados aborígenes como por la abundancia de este arbusto en su entorno.
Y, sin embargo, de esta planta, profusa, con frutos colgantes como madejas de perlas, brillantes, que dispersan por doquier mirlos, lagartos y cabras ¡ tan solo sobrevive en Fuerteventura un ejemplar.!
¿Porqué razón solo uno, aislado, solitario, en este barranco de Garcey?.
El porte añejo de sus troncos, enredados como serpientes centenarias, parece descartar que haya sido una introducción reciente por el hombre. Si así hubiese sido ¿ porqué no se ha seguido extendiendo?.
¿ Es quizás el último representante de su estirpe en esta isla?. ¿Resistió él, sólo y único, las tormentas de arena, la aridez y la sequía que la arrasaron ?.
¿O tal vez es el último vestigio de una vegetación antes extensa que discurría por algún valle pretérito de esas paleoislas majoreras que se han ido completas al fondo del mar?
Hoy resalta, con sus espesas ramas cargadas de hojas filamentosas y delgadas, dándole un broche de verdor a este árido y reseco barranco, como un punto sobre un interrogante aun pendiente de respuesta, esperando que alguien resuelva su enigma .

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