domingo, 7 de febrero de 2010

40. LA CADENA CHICA.


Es una tierra generosa.
Ese trozo de tierra de delante de la casa de mis abuelos paternos en La Jurada, la cadena o “caena chica”, ayudó a mantener a mi padre, Cirilo y sus 11 hermanos, a sus padres, a sus abuelos, al tío Simón,
Al ritmo de las estaciones acogió papas, millos, lagumes, y en sus bordes se estiran al ritmo de los tiempos las ciruelas, los naranjos y las manzanas blancas.
Higueras y nispereros hunden sus raíces en el trastón y sirven de cobijo a mirlos y jusneras, a chaos chaos y pechuguitas.
Hubo que luchar contra las lagartas, las malas hierbas, los vientos y las malas lluvias que tiran trastones, bichan los plantíos y desbaratan surcos.
Pero Cirilo sigue allí.
Con el sacho en la mano y la “hoce” al hombro, dejando “asiadita” la tierra que le vio crecer, que le ayudo a sobrevivir, que le enseño a vivir, identificado plenamente con la ecología de su lugar, con la autoecología de su tribu, con las enseñanzas de sus mayores...
Se me antoja que este lugar sin la presencia humana ya no sería el mismo, que ella misma, la cadena chica, echará en falta algún día la mano de mi padre, que ahora a sus 76 largos años, aún la acaricia y la peina, la mima y la hace productiva, y le ayuda a traspasar su alma de terrón al alma de humano, levantándola del suelo y elevándola al cielo de Doramas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Compartir