martes, 9 de febrero de 2010

53. HUMBOLDT EN LA GRACIOSA

No fue la grandiosidad y armonía del Valle de La Orotava la primera impresión canaria del célebre naturalista.
Entre sus emociones más vividas, las primeras alabanzas de las Islas Canarias surgieron entre las aguas del pequeño archipiélago del norte de Lanzarote. Y es La Graciosa, la octava isla, la pequeñita, la que tiene el honor y el mérito de haber acogido por primera vez el pie de tan insigne visitante.
Fue un hecho fortuito. La corbeta Pizarro, que viajaba desde la Coruña a Panamá, tuvo que desviarse de su ruta y resguardarse, entre el 16 y 18 de junio de 1799, entre los islotes del norte de Lanzarote para evitar el asedio de varios navíos ingleses fondeados en la rada de Santa Cruz de Tenerife.
El 17 de junio de 1799, Humboldt bajó a tierra y recorrió un tramo de La Graciosa. Fue allí donde entabló su primer encuentro con un paisano canario, un humilde pescador graciosero, que les orientó en su búsqueda de noticias sobre los navíos ingleses y sus andanzas.
“ Nada sabría expresar la emoción que siente un naturalista cuando pisa por primera vez un suelo que no es europeo. La atención se fija sobre un gran número de cosas. A cada paso creemos encontrar una producción nueva y, en esta agitación, no reconocemos a menudo aquellas que son más comunes en nuestros jardines de botánica y en nuestras colecciones de historia natural.”
Recolecta material geológico, describe líquenes, establece comparaciones entre la tierra graciosera y la napolitana de Torre del Greco, a la sombra del Vesubio, y, en las noches a bordo realiza observaciones sobre el relieve costero de Lanzarote, recolecta algas y animales marinos, se extasía con la fosforescencia del mar y con la belleza del cielo nocturno.
No podíamos dejar de admirar la belleza de las noches: nada se asemeja a la transparencia y a la serenidad del cielo africano. Estábamos sorprendidos de la prodigiosa cantidad de estrellas fugaces que caían a cada instante.”
A pesar de las diecisiete páginas dedicadas a estos islotes en su obra más famosa, “ Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente”, en La Graciosa, la primera isla pisada por este naturalista cuya fama supera la de cualquier otro, no existe ni una sola referencia, ni un solo recuerdo, ni un solo homenaje a su paso.

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