De científicos ignorantes y
pastores ilustrados. De párrocos sensibleros y urbanitas vehementes. De prácticos poetas y agropecuarios
soñadores. De inmigrantes permanentes y residentes estacionales.
En el paisaje cabemos y participamos
todos. Un mismo fenómeno admite cientos
de interpretaciones y todas caben en el espacio y el tiempo de un paisaje que
cambia.
Lo que se hizo ayer que hoy
parece disparate... lo que se ejecuta hoy
y que mañana quizás lo entiendan como tal.
El paisaje no requiere de médicos. No es un paciente de hospital.
Todos tenemos la función y el poder de curar el paisaje y de ser curados por
él.
Para el paisaje, valen tanto los
informes científicos más eruditos como
las emociones aparentemente más irracionales.
Un mismo hecho, un mismo lugar,
una misma melodía, pueden interpretarse y escucharse de modos muy divergentes.
La prisa y el dogma no caben en
el loci donde la evolutio lo transforma todo tarde o temprano.
Desde el insecto más amenazado
hasta la hierba más invasora, desde el ser humano más vehemente al más
contemporizador, tienen su principio y su fin en el tiempo del paisaje.
Para cada uno de nosotros, el paisaje
es nuestro castillo, él es el que guarda
nuestra intimidad más externa.
Todos tenemos el mismo derecho
para abrir y cerrar sus puertas y ventanas, para quitar o poner el tranco, para
barrer o amontonar en cualquiera de sus esquinas nuestros conocimientos, emociones, daños, alegrías…
Por eso no participo de dogmas.
Veo al campesino que domestica su
tierra con la misma cordialidad que al senderista que evita pisar las hormigas
y se maravilla de su existencia o al científico que se afana en descubrir y
proteger sus secretos más guardados...
Todos participamos en el paisaje.
Todos sembramos y recogemos. Todos tenemos derechos y deberes con él. Por eso
nadie puede arrogarse competencias exclusivas en su gestión. Por eso hay que respetar
y hacerse respetar.
Por eso, hoy más que nunca, debemos
entre todos reconstruir, dignificar y hacernos valer de aquellos órganos y entidades con
capacidades de decisión sobre el paisaje que nos permitan a todos hablar y ser
escuchados. Sin insultos pero también sin soberbias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario