Mar
y Murtra. Salitre mediterráneo y aroma de mirto. Un jardín en el
litoral del Maresme que se forja en menos de 100 años. En 1920 eran
terrenos de cultivo de viñas en pendiente
y garrigas en los cantiles.
Hoy
acoge un tesoro de más de 3000 especies botánicas que van desde
ejemplares del mundo subtropical al templado y mediterráneo. Desde
el karroo sudafricano a los matorrales californianos, desde
los palmetum americanos a los tabaibales macaronésicos.
En
sus costas y rocallas se juntan bloques de hierbas, arbustos,
árboles, palmas, dracaenas, Cordylines, araucarias, almácigos
chinos, pinsapos andaluces con zingiberaceas
escondidas en una especie de recreación de una pequeña selva
tropical.
Palmas
como Jubaea chilensis tienen troncos que no los puede abarcar
un humano. Y unas extrañas compuestas californianas se mezclan con
las cerrajas canarias...
Nada
mas entrar a través del edificio Karl
Faust, diseñado por el arquitecto noucentista Goday tapizado por
glicinias y ficus trepadores, nos recibe una imagen muy querida.
Una
rocalla con Tanacetum en flor, granadillos, verodes canarios,
siemprevivas, dragos, lotus, retamas grancanarias... engalanan uno de
los paseos dedicados al pater botanicus canariensis.
Antes
de su transformación latina en Sventenius, Eric Svensson se
ensoleró como jardinero y botánico en estas huertas del
Mediterráneo. Miradores, plazas y senderos recuerdan a los distintos
hacedores de este Jardí, sueño de Karl Faust.
Entre
los botánicos Font Quer, Cuatrecasas, Braun-Blanquet, Pau, Palau
i Verdera, Bahi.. Entre los arquitectos paisajistas Zenon
Schreiber, Guillermo Narbehaus, Miguel Aldrufeu- discípulo de
Rubió i Tudurí-y, entre los jardineros Avelio Rabassa..
También
Margalef estuvó en el lugar y un ideario romántico recorre
algunos lugares con poemas de Goethe, guiños a Epicuro y
el Templete dedicado a Linneo...
Es
un jardín abigarrado y denso por zonas.
Crecen suculentas de Sudáfrica,
extraños áloes gigantes que graduan sus formas y colores, desde sus
bases de hojas resecas a sus grandes hojas espinosas y suculentas que
van desde el naranja a los tonos verdes
claros.
Un
enramado paseo donde los muros se tapizan con un ficus cuasi leñoso,
Ficus pumila, con higos de tonos violetas que sobresalen
entre la maraña de hojas, conduce a una pequeña selva subtropical
con bananas, zingiberaceas, palmas
tropicales entre las que destaca una
espectacular Jubaea chilensis y que bordean
dos pequeños estanques con flora acuática. Ahí en medio ejemplares
de Monstera deliciosa, costillas de Adán, resaltan
entre tamices de clivias en flor..
En
ese maremagnum verde, algunas Cordyline florecidas aromatizan
el recinto. Semele gayae y pelagornios floridos bordean uno de
los muretes.
Allí
en medio un pequeño busto homenajea al mecenas del jardín
Carl Faust
Hay
pies de árboles majestuosos como la Araucaria bidwilli o el
Cupressus macrocarpa y extraños ejemplares emparentados con
la flora canaria como Pistacia chinensis o un Myrsine africana de abigarradas y diminutas flores rojas...
En
otro lugar un dosel de troncos de bambúes cierra
un tramo del camino creciendo esbeltos y rectilíneos
hacia el cielo. El suelo se tapiza con distintos tipos de bulbos
donde me sorprenden los olorosos nardos que aún en mi infancia
crecían en el jardín de Corvo...
En
la sección etnobotánica, salvias, rosmarinos
y tomillos olorosos te atraen al igual que los tajinastes azules de
Madeira atraen a decenas de abejas que liban de sus flores en este
cálido marzo..
El
Templete de Linneo, al final de unas escalinatas bordeadas por
cipreses te deja ver a su través el mar azul y verde mediterráneo y
entre los acantilados de tonos claros de este rincón de la costa
brava, un cormorán vuela cerca de las olas y varias gaviotas
descansan entre las rocas..
Un
yate se bambolea sobre un mar transparente frente a una cala
cercana...
Eric
Svensson se curtió en este jardin.. Algunos trabajos reflejan mejor
su etapa en este lugar (CAMARASA, 2003; GARCIA GALLO (ED.), 2013, etc.) que tuvo un final un tanto
azaroso. La guerra civil y el entorno social no lo supieron
entender..
El
siguiente salto cualitativo en su vida, tanto profesional como
espiritual, lo conforma entre los pináculos y agujas cuasi orgánicas
del Macizo de Montserrat.
Un
espectáculo de caideros, riscales, fugas
y paredes verticales donde se insertan como cuñas verdes muestras de
un denso bosque mediterráneo, encinares, pinedas y matorrales
esclerófilos orientados a todos los vientos en este fragmento de sedimentos levantado
por la orogenia del subsuelo de la cuenca del Ebro..
Cuando
desde la autovía se destaca en el horizonte este macizo, como una
masa de blancos y verdes con alturas que llegan a los 1200 msnm,
atrae con una fuerza mítica..
A
medida que te acercas se te elevan a los cielos las geoformas del
macizo, sus piesdemontes boscosos y arbustivos te sobrecogen y hasta
te imaginas- salvando las distancias y los orígenes-
que te encuentras a los pies del macizo de Tamadaba, un particular
montserrat canario con sus pinedas y laderas con palmeras....
Mar
y montaña, horizontes azules y verdes, elevación espiritual del
alma para alguien que como dijera Guillermo de Humboldt en su visita a
este lugar está en busca de su "montserrat" particular y
único, ese lugar intimo y personal donde quieres refugiarte para
conseguir tus mas elevadas aspiraciones.
Montserrat
esconde un reto para ascetas y hombres solitarios. Tierra de
penitentes y ermitaños a la búsqueda de
una flor secreta escondida entre aquellos farallones. La mística de
Montserrat actual se tiene que buscar lejos del Monasterio ...
Hay que perderse por sus senderos, disfrutar de sus rocas caídas, de sus pequeños y diminutos helechos escondidos entre rocas húmedas , del colorido azul de las globularias y del amarillo intenso de algunas de sus genistáceas que recrean un jardín natural que quizás dio ideas para el diseño del Jardín Canario.
Hay que perderse por sus senderos, disfrutar de sus rocas caídas, de sus pequeños y diminutos helechos escondidos entre rocas húmedas , del colorido azul de las globularias y del amarillo intenso de algunas de sus genistáceas que recrean un jardín natural que quizás dio ideas para el diseño del Jardín Canario.
Svensson
encontró en esa montaña sacralizada por los monjes benedictinos a
su otro yo, Sventenius, un hombre surgido de otro hombre, que fue el
que después llegó a Canarias.
Más info:
GARCIA GALLO, ED., 2013. El siglo de Sventenius: homenaje en el centenario de su nacimiento (1910-2010).
LÓPEZ RAMIREZ & NAVARRO VALDIVIESO, 2010. Eric Ragnor Sventenius, fundador del Jardín Canario.
CAMARASA, 2010. SVENTENIUS EN CATALUÑA 1934-1943
Excelente entrada. Sin duda, te has convertido en un cronista de pluma elegante y poética, que dan ganas de leer. Deberías buscar un medio de comunicación en papel o digital para escribir una columna periódica sobre tus vivencias y pensamientos. Un abrazo.
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