domingo, 13 de abril de 2014

172.Cabo Verde, da árvore da vida â árbore das palavras.

Ahí estamos.
Bajo la protección de una milenaria Figueira-Brava, sorprendente ejemplo del poder de la vida sobre las secas, sobre el Sahel
Saboreando el placer de nuevos y recónditos paisajes de arenas, con dunas con el rostro al vento caboverdiano, al vento  Leste, frente a  un horizonte de mar limpio, de mar espumoso sobresaltado por la súbita salida desde el oceáno, como si de dos frágiles y ligeras pelotas de goma se tratasen  de un par de yubartas, enormes y esplendorosas ballenas que parecían tener alas por aletas,  jugando en el horizonte, golpeando la mar para escucharse a sí mismas y dejar su eco en las profundidades…
                Rincones litorales que parecen pequeños trozos de paraísos guardados para que las tortugas desoven en su oscuridad, las conchas, algas calcáreas y los conos multicolores juegen en sus orillas, donde arenas actuales y  calcarenitas fósiles, amarillas y negras, se mezclan y dan lugar a algunos cuadros de la naturaleza, al ejemplo de minúsculas catedrales,  que  inspirarían al mismo Gaudí..
Y ahí, en esos cantiles litorales, derribados y caóticos, enfrentados a las temibles ondulaciones de este mar cuasi tropical, se te presentan petrificados, miles de raíces y troncos mineralizados que parecen semejar a microbosques  marinos, salidos a la superficie, algunos de ellos revueltos y caóticos, como levantados y arrastrados del fondo del mar por una tsunami poderosa que los colocó en esta orilla…
 Y te salen al paso águilas pescadoras y cernícalos que aún crían en esos parajes solitarios donde solo llegan las cabras y algún que otro pescador y que defienden sus ocultos nidos en los veriles revoloteando y piando a tu alrededor con la bravura del que defiende su ecosistema del intruso, del que aún tiene el poder del lugar……..

Y una pareja de chorlitejos chicos, padre y madre, realizan un estresante display de distracción a tus pies, dejándose coger, disimulando heridas insoportables y revuelos imposibles para alejarte de su tesoro de nido… pero tú que ya eres viejo sabedor, te das la vuelta buscando esos  huevos entre los matorrales …y te ofrecen su regalo, un polluelo recién nacido, aún con la cáscara a sus espaldas, bienvenido a otra tierra que se llena cada vez más de turistas inconscientes de por donde pisan….
                         

Aunque por poco tiempo, ahí estuvimos, deleitándonos en esos parajes, recreando historias de otros exploradores, recorriendo los sueños y paisajes rotos por el turismo, colectando ejemplares de vidas insulares de flora y fauna de este rincón saheliano de la  variopinta Macaronesia, bajo el manto protector de esa figueira brava, que seguirá allí al igual que el resto de estos paisajes cuando nosotros nos hayamos ido……
               
Más info:
CABO VERDE, DA ÁRVORE DA VIDA À ÁRVORE DAS PALAVRAS.


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