sábado, 1 de octubre de 2011

143. Urbanofilia en BCN.

Vino por aquí.
De pronto me acordé de nuestra estancia en Barcelona.
Y me identifique con el articulista. Y con el título.
La ciudad como amor.
El lugar del paseo, del encuentro, de la cultura, de las flores, de la arquitectura, de las bicicletas, de la noche, de la diversidad gastronómica, del paseo amable.
Del encuentro entre lo pasado lo presente y lo futuro.
De los Museos abiertos hasta las ocho de la tarde, de las esculturas de Miró en las grandes ramblas
Del Templo de la Sagrada Familia al Templo de la Sagrada y Ilusionante Lotería Primitiva.
De los abuelos y los nietos jugando en los parques.
De las palmeras y los cipreses escondidos para disfrute de los ciudadanos.
De los patios interiores del Ensanche planeado.  Aunque no se consiguieran el cien por cien de los jardines.
De las bicicletas arrimadas a la sombra de un naranjo en el barrio de Gracia.
De las plazas repletas al atardecer con una juvenil -y también senil- añeja y variopinta  multicultura pakistaní, hindú, inglesa, francesa, danesa, leridana, canaria, española…
De los balcones coloridos, las plantas que cuelgan como arte y de las tiendas con escaparates de flores multicolores dando alegría  a las aceras….
Del Mamut  de hormigón, eterno, siempre  esperando a que vuelvas en el Parque de La Ciutadella, a pesar de haber pasado 19 años desde la última vez.
De los nombres científicos de los árboles impresos en un adoquín, culturizándote de botánica por los suelos, levantando al aire el nombre de las acacias, los plumerillos, las magnolias, las palmeras , los plumbagos…
De la mano cariñosa del hombre que impide caer a un ciprés – ¡¡ojala aquí hicieramos lo mismo con nuestros dragos¡¡- de los ciudadanos que se organizan para que una calle no destroze su pequeño pulmón verde..
De la Torre AGBAR cuyo nombre se multiplica en cada arqueta de conexión de la red de aguas y pluviales de la ciudad recordándote quien ha financiado y levantado esta gran obra para la ciudad.
Del mar, ese mediterráneo sin olas, casi como una gran piscina ,de las gaviotas, del dinosaurio parado en un proyecto de Dinoparque que no cuajó…
Y como regalo, un trébol de cuatro hojas , esperando a que lo recogiéramos y salváramos de ser el patito feo entre sus hermanos trifolios, queriendo ser descubierto , en un borde de paseo al lado del Auditorio anunciando quizás lo bueno que es estar de vacaciones y lo requetebién que será repetir……

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