En casa tenemos afincadas unas colonias de hormigas argentinas que van y vienen a no sé que ritmo.
Tienen sus propios nichos y se comparten con otros visitantes y residentes urbanos de la “hermandad entomológica” -como la llama Ryszard Kapuscinski en Viajes con Heródoto- que se instala en los entresijos de nuestra vieja casa trianera muy a pesar del resto de la familia, por mi oposición acérrima a utilizar flises y otros productos tóxicos matabichos.
Antes preferiría tener cerca a Abdou –ver capítulos “Escenas de locura y sensatez” y “El Descubrimiento de Heródoto” del libro citado- y le pediría que impregnase mi casa con los aromáticos sahumerios que ahuyentan a los enjambres de insectos que tanto molestan a Kapuscinski.
Del carácter agresivo de las hormigas argentinas – cuyo impacto sobre las hormigas autóctonas insulares se puede consultar aquí- los chicos han hecho varios experimentos: los clásicos “ponles ahora esa cucaracha muerta ahí”, o “mira bajo la lupa a estas dos peleando” y en la cocina, se ha establecido un frente en altura, dominado por una minúscula e hiperactiva araña –aún indeterminada y quizás un posible y futuro enemigo natural de aquellas- que no deja viva a ninguna de las que se aventura a ascender hasta sus dominios.
Pero aprovechando esta imagen captada ayer en Guayedra –y que tiene su punto por el contraste- vamos a hablar de hormigas silvestres, como las del género Camponotus.
En estos días de primavera, pueblan sobremanera los ecosistemas litorales y las inflorescencias de las lechugas de mar (Astydamia latifolia) son verdaderos senderos de hormigas que van y vienen.
Espero que alguien me ilustre.
Mas info:
Los formícidos de la Estación Biológica «Torretes-Font Roja»: el papel de Formica subrufa en la polinización de Euphorbia nicaeensis.
Polinización y hormigas.
Blog sobre hormigas.
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