Ahí estamos.
Bajo la
protección de una milenaria Figueira-Brava, sorprendente ejemplo del poder de
la vida sobre las secas, sobre el Sahel…
Saboreando el
placer de nuevos y recónditos paisajes de arenas, con dunas con el rostro al vento caboverdiano, al vento Leste, frente a un horizonte de mar limpio, de mar espumoso
sobresaltado por la súbita salida desde el oceáno, como si de dos frágiles y
ligeras pelotas de goma se tratasen de
un par de yubartas, enormes y esplendorosas ballenas que parecían tener alas
por aletas, jugando en el horizonte, golpeando
la mar para escucharse a sí mismas y dejar su eco en las profundidades…
Rincones
litorales que parecen pequeños trozos de paraísos guardados para que las
tortugas desoven en su oscuridad, las conchas, algas calcáreas y los conos multicolores
juegen en sus orillas, donde arenas actuales y calcarenitas fósiles, amarillas y negras, se
mezclan y dan lugar a algunos cuadros de la naturaleza, al ejemplo de minúsculas
catedrales, que inspirarían al mismo Gaudí..
Y ahí, en esos
cantiles litorales, derribados y caóticos, enfrentados a las temibles
ondulaciones de este mar cuasi tropical, se te presentan petrificados, miles de
raíces y troncos mineralizados que parecen semejar a microbosques marinos, salidos a la superficie, algunos de
ellos revueltos y caóticos, como levantados y arrastrados del fondo del mar por
una tsunami poderosa que los colocó en esta orilla…
Y te salen al paso águilas pescadoras y
cernícalos que aún crían en esos parajes solitarios donde solo llegan las
cabras y algún que otro pescador y que defienden sus ocultos nidos en los
veriles revoloteando y piando a tu alrededor con la bravura del que defiende su
ecosistema del intruso, del que aún tiene el poder del lugar……..
Y una pareja
de chorlitejos chicos, padre y madre, realizan un estresante display de
distracción a tus pies, dejándose coger, disimulando heridas insoportables y
revuelos imposibles para alejarte de su tesoro de nido… pero tú que ya eres
viejo sabedor, te das la vuelta buscando esos huevos entre los matorrales …y te ofrecen su
regalo, un polluelo recién nacido, aún con la cáscara a sus espaldas, bienvenido a otra
tierra que se llena cada vez más de turistas inconscientes de por donde pisan….
Aunque por
poco tiempo, ahí estuvimos, deleitándonos en esos parajes, recreando historias
de otros exploradores, recorriendo los sueños y paisajes rotos por el turismo, colectando ejemplares de vidas insulares de flora y
fauna de este rincón saheliano de la variopinta Macaronesia, bajo el manto
protector de esa figueira brava, que seguirá allí al igual que el resto de
estos paisajes cuando nosotros nos hayamos ido……
Más info:
CABO VERDE, DA ÁRVORE DA VIDA À ÁRVORE DAS PALAVRAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario