Fue un momento mágico. Una ventana abierta a través del tiempo que me devolvió a la cándida adolescencia. También un ejemplo de la verdadera docencia. Y del entorno en que ésta se presenta. La sabiduría de un maestro y la humildad de un alumno.
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Dio pie a todo esto un viaje a La Laguna, ese lugar sagrado insular donde el paisaje, las calles, las esquinas, las plazas, los árboles, los antiguos profesores y compañeros, los amigos, guardan secretamente tus paseos y tus años de adolescencia.Fue un fugaz paseo, un viaje de ida y vuelta como un silbido, una corta caminata a través de La Plaza del Cristo, a la sombra de San Roque, donde todo me pareció tan familiar como si no hubiese pasado el tiempo.
Llegábamos a la Facultad de Farmacia después de un acto académico un ya maduro profesor de Botánica, 64 años él, y en la acera, al lado de un florido campo de abril lagunero tres estudiantes, alumnas de Segundo de Farmacia, sonrientes y angelicales, recogían flores para un herbario.
El maestro, con un talante respetuoso y dulce preguntó qué flor era aquella a la joven que de las tres parecía la líder del trío, una delgada e inteligente muchacha, una niña quizá con 18 o 19 años…
- Un alfilerillo, contestó, por estos frutos que parecen alfileres….
- Ah sii… Erodium pertenece al género Erodium …
Y eso fue todo, un leve y casual encuentro entre un maestro y tres alumnos. Un gesto de sabiduría contenida y un ansia de conocer repleto de esperanzas…
Me devolvió a mi cándida adolescencia, a aquel periodo que ahora recreo como feliz, donde un simple alfilerillo de un campo de cultivo lagunero, trascendía su alma de planta de orilla de calle y se transfiguraba en un Erodium de academia, en un nombre repleto de ciencia y tradición, de sabiduría, para transportarnos y ayudar a moldear una obra de futuro, un hombre o mujer del mañana, a través de un mundo de ciencia y conocimientos escondidos…
Fue un fugaz encuentro…..pero simbolizó de repente todo lo que encarna el espíritu universitario, dos actitudes positivas, la del alumno y el profesor, la del que crece y la del que se hace humilde a pesar de que ya se las sabe todas….
El respeto y dulzura del maestro, la ingenua, relajada y ya responsable inconsciencia del que quiere aprender y adentrarse en un mundo nuevo…
Ayer, en ese fugaz momento de vida universitaria, en ese espontáneo acto académico universal e intemporal, volví a admirar a aquel Pedro Luis educador que ha forjado y entregado su vida –a nosotros, alumnos de Botánica de la 9ª Promoción, nos dió clase a sus 32 años- para inmortalizarse en esos encuentros…
Norte de Gran Canaria; en el centro el Bco. de La Virgen.
A la derecha Fontanales y a la izquierda Valleseco y Lanzarote.